En mis entrenamientos sobre gestión de conflictos y liderazgo para managers y directivos, planteo que una forma de prevenir los conflictos es generar espacios para que los miembros del equipo puedan expresar lo que piensan y sienten con libertad, seguridad y sinceridad.
En ocasiones, algunos participantes me cuentan que les da miedo probar algo así porque han visto cómo este tipo de encuentros han acabado en todo lo contrario: en conflictos y luchas personales.
¿Qué pasa entonces? ¿Es mejor crear estos espacios de diálogo abierto o es mejor evitarlos?
Desde mi punto de vista, hay varias habilidades que ayudan a “abrir el campo de juego” y permiten que todos los miembros del equipo puedan aportar y participar con transparencia y franqueza en el intercambio de opiniones y sentimientos, sin generar conflictos destructivos ni desunión.
1. Entrenar a los miembros del equipo en el arte de la escucha. Por ejemplo, empezar las reuniones con cinco minutos de silencio. Esto ayuda a bajar las pulsaciones tanto del corazón como del cerebro y crea una predisposición a la escucha y a una mayor apertura.
2. Entrenar a los miembros del equipo en la habilidad de la empatía. Consiste en aprender que el punto de vista del otro, aunque sea diferente al mío, es también legítimo, porque muestra otra parte de la realidad que me conviene conocer.
3. Capacitar a reducir la influencia del ego. Muchas veces defendemos nuestros puntos de vista a ultranza porque dejamos de percibir a los demás como seres legítimos que piensan, sienten y tienen derechos como nosotros. Son las trampas que nos tiende el ego para defenderse y evitar que salgamos de nuestra zona de confort, ya que fuera de ahí se siente inseguro y vulnerable.
Entrenar el silencio ayuda a mejorar la escucha profunda, que a su vez aumenta nuestra empatía. Es así como podemos crear espacios para que aparezcan ideas, opiniones y perspectivas diferentes al nuestro, sin caer en confrontaciones personales (lucha de egos).
Los líderes efectivos saben que en la variedad de aportaciones está la gran fortaleza y riqueza de su equipo. Por tanto, fomentar la unidad dentro de la diversidad es una de las capacidades que debe cultivar un líder efectivo.
Además del silencio, la escucha y la empatía, existe una técnica que ayuda enormemente a la gestión de los conflictos dentro de los equipos.
Personalmente, a dicha técnica la denomino “el patrimonio dialógico colectivo ”, y es aplicable a las reuniones de equipo. Consiste en que cuando alguien expresa una idea, opinión o sentimiento han de pasar simultáneamente dos cosas:
- El que se ha expresado se desapegará de lo que ha aportado como si fuera ya patrimonio del equipo. Esa aportación ya no es suya, sino de todos.
- Recíprocamente, el resto de los miembros del equipo acogerá esa aportación como patrimonio del colectivo. Esto significa que esa opinión ya es de todo el equipo y no de quien lo expuso.
Así pues, conforme se vayan sumando las opiniones, y todos se vayan desapegando de sus aportaciones, las ideas individuales se irán colocando en el centro del debate y se estudiarán sin egoísmos ni defesas pasionales. Habrá un choque creativo entre estas aportaciones, puesto que las ideas ya serán del equipo y no de sus individualidades. De esta forma, se generarán nuevas ideas, decisiones y soluciones, de un modo constructivo y positivo.
Consecuentemente, al entrenar estas habilidades, usando la técnica del patrimonio dialógico colectivo, el equipo, y su líder, irán superando paulatinamente el miedo a los conflictos y aprenderán a crear espacios productivos para compartir y construir conjuntamente.
Es así como los miembros del equipo sentirán mayor seguridad y bienestar, y estarán más comprometidos con los resultados colectivos.
En Cuántica Consulting te asesoramos, entrenamos y acompañamos para que puedas gestionar mucho más eficazmente los conflictos de tu equipo y, de este modo, mejorar su salud y resultados.