En la empresa siempre existen proyectos zombi que van de un lado para otro sin que nadie los cierre. Reaparecen para quitarnos tiempo y sin concretarse en nada. Tener la capacidad de finalizar o cerrar proyectos es lo que nos permite concentrar nuestras energías en aquello que realmente nos permita dar un salto en nuestros resultados. De lo contrario, abriremos mil carpetas y proyectos que se irán amontonando en nuestro escritorio mental.