Victoria acababa de ver en Facebook la noticia del estreno de Balde Runner 2049. Casi de golpe le vino a la memoria la primera vez que vio Blade Runner en aquel caluroso verano de 1982. Se acordaba muy bien del día en que fue al cine con sus amigos de la universidad, y se acordaba del calor que hacía porque el aire acondicionado de la sala no funcionaba; fue un suplicio. La película le impactó mucho. Tanto es así que durante diferentes momentos de su vida había vuelto a verla. La última vez fue hace unos 5 años, cuando estaba iniciando a su sobrino, Jorge, en el buen cine. Ella es cinéfila y en la colección de su retina no podía faltar esa maravilla del Séptimo Arte.

Esa película siempre le había inquietado. Cuando la vio por primera vez con sus amigos de la facultad de psicología hubo un acalorado debate entre ellos: ¿Será así el futuro de la humanidad? ¿Los robots nos harán reflexionar sobre qué es un ser humano? ¿Esa especie de humanoides rivalizarán con nosotros por la intensidad y ganas de vivir? ¿Seremos así de grises y tristes en 2019, o se trata de una alegoría del mundo que en el siglo XXI nos espera?…

Victoria volvió al presente, como si se hubiera despertado de un sueño, y pensó: entre 1982 y 2019, que está a la vuelta de la esquina, han pasado 37 años. Ella acababa de cumplir 59 el mes pasado. Iba camino de los 60. Había dejado atrás muchas vivencias, experiencias y vida. Grandes cambios y transformaciones habían ocurrido en el mundo, en su país, en su ciudad, en su barrio, y, cómo no, en su propia vida. ¿Quién podía imaginar en el verano del 82 que a las puertas del 2019 íbamos a rozar muchas de las ficciones, que parecían tan lejanas, de Blade Runner? ¡Qué equivocados estábamos! !Qué rápido ha pasado todo!

Así prosiguió el diálogo interior de Victoria, cuando recordó que en media hora tenía que conectarse por Skype con su hijo y su familia, que vivían en Tokio desde hacía cuatro años. Tenía muchas ganas de saludar a su nieta Sakura. Qué maravilla eso de conectarse a miles de kilómetros de distancia y poder hablar viéndose las caras. ¡Otra de esas ficciones que se han hecho realidad! Y lo que nos espera todavía… Los ordenadores cuánticos, la nanotecnología, la robótica y, quién sabe, la teletransportación como veíamos en Star Trek. Pero lo que realmente le inquietaban a Victoria eran esos artículos que leía sobre cómo la inteligencia artificial está avanzando a pasos agigantados. Se prevé que en pocos años humanos y robots trabajaremos codo con codo. ¡Uf! Eso le recordó a la película Terminator. ¿Podrían las máquinas dominar a los hombres?. Esta idea le hacía sentirse muy vulnerable.

Ensimismada en sus pensamientos, recordó un artículo breve y muy interesante que había leído hacía poco en Linkedin sobre los cambios tan rápidos y profundos que están teniendo lugar en el mundo. Lo había guardado porque iba a compartirlo con los miembros de su equipo en la reunión que tenían los lunes para lanzar el trabajo del departamento que ella dirigía en un gran hospital. Así que fue a su móvil y buscó el artículo para leerlo de nuevo. Se llamaba “un Mundo en Continuo Cambio Creativo”. Esta es la parte que más le había interesado:

“Desde mediados del siglo XIX hasta nuestros días el mundo ha cambiado radicalmente. Los descubrimientos científicos han dado lugar a una revolución tecnológica inédita en la historia de la humanidad, que a su vez ha promovido transformaciones que van mucho más allá de nuestra comprensión actual. Por ejemplo, quién podía imaginarse el impacto que tendría en tantos ámbitos de la vida la aparición de la incipiente red social Facebook.

La historia nos demuestra que los seres humanos hemos ido recorriendo diferentes etapas de un largo proceso de evolución social. Así que esto no es algo nuevo, ni supone un problema. Estamos, como especie, preparados para esta evolución. Lo que ocurre es que no estamos preparados para que estos cambios ocurran tan rápido. Somos lentos adaptándonos a los principios de esta nueva etapa evolutiva.

La revolución tecnológica nos impone un ritmo difícil de seguir. Sin embargo, hay algo aún más profundo en todo esto. La humanidad ha dado ya un salto cuántico en su evolución. Vivimos en un mundo totalmente globalizado. Lo que algunos han denominado un “mundo pequeño”. Los modelos que se rigen simplemente por la competitividad y la búsqueda exclusiva del beneficio propio ya no son capaces de dar respuesta a los retos que plantea este Mundo en Continuo Cambio Creativo (3C). Sin embargo, seguimos pensando y actuando de un modo similar que en los albores de la era industrial. El Mundo 3C se caracteriza por que a cada instante se produce un cambio que es creativo: que trae consigo nuevos patrones de pensar, sentir y actuar. La rapidez y creatividad son los signos de esta época.

Aquellos que lideramos equipos, empresas, organizaciones, en definitiva a personas, que quieren lograr resultados extraordinarios, debemos aprender a desenvolvernos con los principios de este Mundo 3C.

Por citar un ejemplo, la cooperación y reciprocidad es un principio cardinal del Mundo 3C. Cualquier acción que no vaya en armonía con este principio, tarde o temprano, generará resistencias en el sistema que a la postre producirán retroceso o estancamiento en lugar de avance”.

¡Suena el Skype! Qué ilusión, voy a ver a Sakura.